Sabido es que al momento de emprender cualquier proyecto son muy importantes la dedicación y el trabajo, aspectos que se ven más que compensados cuando llegamos satisfactoriamente al objetivo planeado.
Estudios para comprobar la factibilidad, permisos, trámites y contactar un equipo profesional de especialistas son sólo algunos de los pasos previos a la construcción de pozos de agua potable. Sin lugar a dudas que buscar y aprovechar las aguas subterráneas no es una tarea menor. Sin embargo, es un proyecto que acarrea consigo múltiples beneficios que revisaremos a continuación.
La calidad de las aguas subterráneas es el primer aspecto beneficioso a resaltar de los pozos. Las propiedades físicas y químicas de un acuífero son prácticamente constantes a través del tiempo. Si el agua de un acuífero es de alta calidad, es muy difícil que vea alterada su condición y, cuando esto pasa, generalmente es por algún fenómeno excepcional como lo es la intrusión salina artificial. A pesar de la calidad constante del agua subterránea, siempre se recomienda mantener controlados sus rangos químicos a través de monitoreos periódicos.
Una segunda cualidad de los pozos es que brindan aguas que son utilizables directamente en la mayoría de los usos a las que sean destinadas. Su composición química puede que se vea excedida en algunos parámetros, pero estos casos son los menos. Lo importante es que generalmente las aguas de pozo no necesitan un tratamiento previo, algo que impacta positivamente en el bolsillo al no tener que invertir dinero en ello.
La ausencia de elementos patógenos es una tercera ventaja con la que cuentan las aguas extraídas por pozos. La salubridad se puede ver alterada por contaminantes biológicos, pero esto responde, en su gran mayoría, a una indebida ubicación del pozo de agua subterránea.
Otros aspectos beneficiosos que brindan los pozos de agua son la ausencia de masa biótica -algo muy bueno para evitar el uso de pesticidas si el agua se va a utilizar para regadío agrícola- y la también ausencia de partículas sólidas que pueden generar daños en conductos y artefactos del pozo.
Finalmente queda un beneficio muy importante: el acceso a caudales estables. En la mayoría de los casos, la sequía no llega a hacer desaparecer un caudal de agua subterránea, algo que lamentablemente sí sucede con ríos y lagunas.
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