Para acceder a los beneficios del agua subterránea es necesario construir un pozo que alcance, en la mayoría de los casos, de 25 a 70 o más metros de profundidad. Todo depende de la ubicación, el tipo de terreno y las características del acuífero a explotar.
Es muy importante respetar cada una de las etapas para construir un pozo, de ello depende el éxito de tan importante proyecto. ¿Cómo se construye un pozo? Mejor no quedarse en la duda y seguir leyendo lo que viene.
Lo primero es realizar un estudio previo para determinar la mejor ubicación para realizar la perforación, así como la profundidad estimada del pozo y el diámetro de la tubería a utilizar. Los estudios hidrogeológicos son muy útiles en esta etapa, así como recabar información en catastros de pozos ya existentes en la zona y del comportamiento de las napas en el último tiempo.
Una vez aclarado el panorama gracias al estudio previo, hay que pasar a la perforación que no es más que el conjunto de operaciones que permiten atravesar el subsuelo para llegar al acuífero. El sistema más tradicional de perforación es la percusión, pero han ganado terreno el último tiempo procesos como la rotación circular directa y la rotopercusión, entre otros. Es importante que la perforación deje un espacio libre entre la pared del pozo y el proceso que sigue a continuación: la entubación.
La instalación de cañería definitiva recibe el nombre de entubación. Este proceso se debe realizar con materiales de primera calidad, los que permitan asegurar una vida útil de la obra de captación de por lo menos 20 años. Conviene asegurarse que la verticalidad de la entubación sea prácticamente perfecta para no tener problemas con la instalación de la bomba.
Recordemos ahora el espacio que había que considerar entre la pared del pozo y la cañería definitiva. Su importancia es que está destinado a ser relleno con gravilla uniforme, para que funcione como filtro que impide que las partículas del terreno entren al pozo cuando funciona la bomba. El nombre de este proceso es engravillado.
Lo que queda para continuar es el desarrollo del pozo. Aquí se extraen los materiales finos del acuífero que rondan las cribas para formar una especie de filtro que impida la entrada de sólidos al pozo. Una vez realizado, corresponde hacer la prueba de bombeo que sirve para calcular el máximo caudal de explotación por medio de de un agotamiento del pozo. Esto se realiza introduciendo una bomba lo más profundo posible y cuya potencia sea superior al caudal presupuestado.
Finalmente está el informe final que todo contratista debe proporcionar, firmado por un profesional autorizado. El informe final debe contener importante información como los planos del pozo, los registros de la prueba de bombeo y las características del terreno, todos antecedentes necesarios para la inscripción del pozo en la DGA para los consabidos derechos de aprovechamiento.