Ya sea porque representan la segunda mayor reserva de agua dulce del mundo, por su importancia para la producción agroindustrial del país o porque satisfacen las necesidades hídricas de un tercio de la población mundial, entender cómo funcionan y por qué se forman los sistemas de aguas subterráneas es más que relevante. A continuación, presentamos los principales lineamientos sobre estas reservas de agua y realizaremos una pequeña introducción sobre cómo utilizarlas para beneficiar la producción industrial.
Para comprender cómo se forman las aguas subterráneas es necesario entender algunos conceptos imprescindibles, como lo son acuífero, infiltración y percolación.
Un acuífero es una zona del suelo que se encuentra totalmente saturada de agua que circula a través de este. El concepto de acuífero es lo que comúnmente se conoce, de manera equivoca, como napa, aunque esta en realidad es solo la superficie superior de un acuífero.
Existen dos tipos de acuíferos distintos: confinados y libres. Los acuíferos confinados corresponden a zonas saturadas de agua que se encuentran apresadas entre capas impermeables de suelo. El agua contenida por estos se caracteriza por encontrarse a una presión mayor que la atmosférica. En la otra vereda, se encuentran los acuíferos libres, que consisten en zonas saturadas de agua en el suelo que se encuentran sin una capa de suelo impermeable de que las aprisione.
La infiltración y la percolación son tecnicismos relacionados, pero que cuentan con una diferencia importante. La infiltración es el proceso en el que el agua que llega a la superficie entra en el suelo, mientras que la percolación es el proceso que ocurre cuando el agua infiltrada alcanza el acuífero.
La formación de las aguas subterráneas ocurre principalmente debido a la percolación de las aguas caídas tras periodos de precipitaciones. Este proceso es relativamente sencillo en zonas que cuentan con acuíferos libres, ya que el agua solo tiene que infiltrar lo suficientemente profundo para alcanzar la napa y percolar. Sin embargo, en el caso de los acuíferos confinados el agua no es capaz de penetrar las capas impermeables de suelo que aprisionan el acuífero, por lo que la recarga de acuíferos confinados no se genera en estas zonas. La percolación en estos casos solo ocurre en zonas en que el acuífero es localmente libre.
La infiltración se ve tremendamente dificultada en zonas urbanas debido a las amplias extensiones de zonas de suelo impermeabilizado mediante el pavimento. Esto puede solucionarse, en parte, con sencillos mecanismos que favorecen la infiltración de agua en jardines y parques, y que actualmente se encuentran en proceso de masificación en el mercado.
Las aguas subterráneas son una muy buena fuente de recursos hídricos, y requieren de mecanismos sencillos para poder realizar una explotación responsable de estos.
La principal estructura que permite el aprovechamiento de estos recursos son los pozos, que perforan el suelo hasta alcanzar la superficie del acuífero, llenándose así de agua. Para un uso más industrializado se recomienda el uso de bombas hidráulicas que ayuden a la extracción más eficiente del agua hacia zonas más altas.
La DGA utiliza como criterio de explotación responsable de acuíferos que el radio de influencia de un pozo -distancia que tarda el acuífero en recuperar la altura de su napa tras la extracción de agua- no puede ser mayor a 200 metros. Con esto en mente, implementar medidas como la utilización de varios pozos de mediano tamaño, planes de utilización eficiente de los recursos hídricos y pozos secundarios de medición de la altura de la napa son recomendables para no incurrir en infracciones.
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