De la gran masa de agua que compone el planeta solo el 2,5% es agua dulce y una pequeña parte de esta agua dulce está al alcance nuestro. El agua dulce del planeta está compuesta por un 68,8% de los glaciares, 30% corresponde a las aguas en el subsuelo, aguas superficiales y de humedad de la atmósfera sólo un 0,4%, por último tenemos un 0,8% que corresponde a los suelos congelados o permafrost.
Como dijimos sólo tenemos acceso a una pequeña parte del agua dulce del planeta, los glaciares están presentes en solo algunas zonas del planeta. Las aguas superficiales como ríos y lagos en su mayoría se encuentran contaminadas por lo que no son aptas para el consumo humano. En este escenario las aguas subterráneas cobran gran importancia, siendo una fuente principal de agua, ya que se encuentran en casi cualquier lugar, además con un grado de pureza aún mayor debido a los procesos naturales propios de la filtración al ingresar al subsuelo.
Las aguas subterráneas se extraen desde los acuíferos, y estos son alimentados de aguas provenientes de diferentes orígenes, como los derretimiento de glaciares, las lluvias, derretimiento de nieve de las montañas, infiltraciones de ríos y lagos, e incluso provenientes de otros acuíferos. Las lluvias son la fuente principal que alimentan a los acuíferos.
Las aguas subterráneas también se movilizan de igual manera que las aguas superficiales como ríos y lagos, aunque a velocidades muy diferentes. Las aguas superficiales se mueven a velocidades de unos cuantos metros por días llegando incluso a cientos de metros por día dependiendo el tipo de cauce.
Por su parte las aguas subterráneas se mueven dependiendo del tipo y forma del subsuelo, siguiendo el relieve de la superficie, de zonas altas como las montañas a las zonas bajas de los valles.
Las zonas de recarga son aquellos lugares donde el agua se infiltra, donde se extrae el agua se les llama zonas de descarga. Esto explica como el el recorrido de las aguas en el subsuelo pueden recorrer decenas o centenas de kilómetros desde las zonas de recarga, hasta llegar a las ciudades.
Durante el trayecto de las aguas subterráneas estas cambian su composición química en función de aquellos materiales rocosos o substancias que se encuentran en el subsuelo, con los cuales pueden tener contacto por años durante su recorrido natural.
Mediante este recorrido las aguas subterráneas están expuestas a contaminación, ya sea natural o causada por el ser humano. La contaminación natural es principalmente causada por elementos como el flúor o el plomo presentes en el material rocoso. La contaminación humana se origina por los residuos del suelo que se infiltran y entran en contacto con las aguas subterráneas.
La contaminación natural no puede ser evitada, pero como sabemos la contaminación humana sí, es aquí la importancia de tener políticas adecuadas para cuidar ese pequeño porcentaje de agua dulce con la que contamos.