El agua siempre ha sido un elemento crucial para el desarrollo de las civilizaciones, por lo que encontrar este recurso en lugares donde parece no haberlo ha significado una labor prioritaria a lo largo de toda la historia. Sabiendo eso, no sorprende que con el correr de los años hayan aparecido diferentes metodologías que sistematizan el cómo buscar agua subterránea.
En la actualidad, disciplinas como la Geofísica y la Hidrogeología ofrecen métodos científicos altamente efectivos a la hora de localizar acuíferos, mas en siglos pasados estos procedimientos aún no habían sido creados. Entonces ¿cómo lo hacían en la antigüedad para encontrar agua subterránea?
Creada hace más de 4000 años, la radiestesia -o rabdomancia- fue la más extendida de las prácticas para buscar acuíferos. Esta actividad se basa en la detección de los supuestos campos magnéticos que generan los flujos de agua subterránea, mediante varillas metálicas o de madera en forma de «L» o «Y», o bien usando péndulos.
El cómo buscar agua con este método depende en buena medida de los zahoríes, que son personas que han aprendido el oficio a lo largo de su vida y que cuentan con habilidades especiales para detectar los fenómenos generados por el movimiento del agua. Básicamente, la labor del zahorí consiste en detectar el movimiento que se origina en su instrumento de medición -péndulos o varillas- al acercarse o alejarse del cuerpo de agua subterránea.
Cabe destacar que la radiestesia es una disciplina pseudocientífica, y que los experimentos controlados que se han realizado utilizando este método no han arrojado resultados favorables para este. Sin embargo, sus procedimientos siguen siendo ampliamente utilizados en localidades rurales de todo el mundo.
Saber identificar las señales de la vegetación y el comportamiento de los animales es uno de los métodos más efectivos para encontrar un acuífero, y ya en la antigüedad sabían cómo hacerlo. A grandes rasgos se sabe que en presencia de aguas subterráneas se presentan algunos de los siguientes fenómenos:
La construcción de pozos representa uno de los métodos más antiguos y efectivos para detectar la presencia de acuíferos. Esto queda en evidencia cuando se estudia el caso de los persas, que hace 3000 años -y en medio de las tierras desérticas del actual Irán- ya contaban con sistemas de riego agrícola. Esto lo llevaban a cabo mediante un sistema de ingeniería hidráulica llamado Qanat, que consistía en una elaborada red de canales subterráneos que permitían explotar los acuíferos presentes en el desierto y cuyo primer paso de construcción era la excavación de un pozo sobre una colina hasta alcanzar una fuente de agua subterránea.
Sistemas similares a los Qanat se han detectado en diferentes partes de Europa y América, lo que evidencia el hecho de que la construcción de pozos ha acompañado a la civilización desde hace milenios a modo de mecanismo para buscar agua.
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