El agua subterránea representa más del 97% del agua dulce disponible en el planeta. En ese sentido, constituye un recurso importante para el consumo humano y el desarrollo de proyectos agroindustriales, mineros y de hidrocarburos, entre otros.
Para disfrutar de dicho recurso del subsuelo, las personas o empresas deben contar con las respectivas autorizaciones para explorar, captar y aprovechar agua subterránea, expedidas por la autoridad competente. Una vez se ha dado este paso se pueden iniciar las tareas de captación, para lo que se deberán tener preparadas las siguientes cosas:
Para la extracción de agua subterránea por medios artificiales es necesario, antes que nada, construir un sistema de captación, es decir una instalación que le permita al usuario poner a su disposición el recurso contenido en los acuíferos con el mínimo gasto de energía posible.
En ese sentido, las captaciones de agua subterránea pueden clasificarse de la siguiente manera:
La elección del sistema de captación depende de diversos factores, entre los cuales destacan: la geología del terreno, la profundidad del acuífero, el volumen de agua disponible y el requerido, los fines de uso del recurso y el presupuesto del usuario. Por eso y con el ánimo de proteger los ciclos hidráulicos del subsuelo, lo ideal es que esta decisión sea tomada a conciencia y preferiblemente con la asesoría de un experto.
Una vez se encuentre definido el sistema de captación de agua subterránea, hay que dotarlos con un buen sistema de extracción. Este puede ser eléctrico (electrobombas o compresores), a combustible (motobombas) o manual. Su elección depende del volumen de agua a aprovechar a diario y de los fines de uso previstos.
Lo ideal es extraer el agua y dirigirla a un sistema de depósito (tanque, cisterna, etc.) que permita almacenar la cantidad del recurso requerido para los fines de uso previstos (consumo humano, animal o vegetal), hacerle mantenimiento y distribuirlo de manera inteligente y evitando los desperdicios.
Una vez se cuenta con estos elementos es posible iniciar la captación de agua subterránea. No obstante, hay que tener en cuenta que, si el fin es aprovechar el recurso para el consumo humano, es necesario instalar un protocolo de tratamiento que permita garantizar su potabilidad.