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¿Por qué hacer un pozo de agua?

pozo de agua

Ya sea captando la lluvia, construyendo represas, sacándola de ríos y lagos o aprovechando los deshielos, el ingenio del ser humano siempre encuentra maneras para conseguir agua. Y cuando la solución no está en la superficie, lo conveniente es mirar hacia las profundidades.

Los pozos son una excelente alternativa de abastecimiento, sobre todo cuando escasean las fuentes superficiales. Eso sí, para hacer un pozo de agua hay que trabajar siguiendo los siguientes pasos.

 

Pasos para hacer un pozo de agua

 

Lo primero que se debe hacer, antes de construir el pozo, es localizar la parte del terreno en la que haya agua bajo la tierra. Para asegurar la presencia de agua subterránea se estudia el suelo y características como su composición geológica, porosidad y permeabilidad. Existen diversas tecnologías que apoyan este paso y que van desde el uso de electrodos hasta la tradicional técnica zahorí que se basa en el uso de una varilla de árbol y en la experiencia casi sobrenatural del buscador. Cada uno decide cuál usar. 

Cuando estamos seguros dónde pasa el agua subterránea, el paso siguiente es iniciar la excavación (no ahondaremos en los permisos y trámites legales para el uso de aguas). Las características del terreno, la profundidad a la que está el agua y la disponibilidad de recursos son determinantes para escoger la mejor alternativa a la hora de iniciar la excavación.

A grandes rasgos existen 3 técnicas: excavación manual (apta para terrenos blandos y en los que el agua está a máximo 8 metros de profundidad), excavación mecánica (se utiliza una máquina perforadora que realiza la excavación mediantes golpes y rotación) y excavación EMAS que se lleva a cabo con herramientas tipo maquinaria mecánica, pero impulsadas por fuerza humana. 

Una vez que está lista la excavación y se ha llegado al nivel freático que es donde el agua subterránea permanece estable sin caer a niveles inferiores, el paso que sigue es el encamisado: se protegen las paredes de la excavación para evitar su derrumbe. Dependiendo de la profundidad, el diámetro y el tipo de terreno, se pueden usar materiales diversos como el concreto, PVC, ladrillos e incluso madera. 

Entre el encamisado y las paredes del pozo hay que agregar materiales como grava que filtren otros materiales finos (arenas, sedimentos) y así no entren en la perforación y contaminen el agua. 

El siguiente paso es la instalación de la bomba que empuje el agua desde las profundidades hacia la superficie. Nuevamente, las características del pozo y los recursos que se disponen son preponderantes para la elección de la bomba. 

A modo general existen dos tipos: las bombas mecánicas manuales y las bombas eléctricas. También es conveniente levantar una superestructura alrededor de la bomba que ayude a preservar las condiciones de higiene y seguridad, la que generalmente se hace de hormigón.

Por último, y no menos importante, está la mantención. Todo pozo debe ser mantenido de acuerdo a las recomendaciones que efectúen los profesionales que lo construyeron. La mantención de la bomba y el control de la calidad del agua son claves en este aspecto.

 

Beneficios de construir un pozo de agua

 

Si nos decidimos por la construcción de un pozo de agua, veremos cómo empiezan a operar ciertos beneficios en comparación con otras fuentes de agua.

El primer beneficio es la calidad constante del agua: su composición química suele ser la misma a través del tiempo. Eso sí, no hay que dejar de hacer controles y monitoreos periódicos de calidad. Suelen ser saludables para el consumo, aunque existen casos de contaminación que derivan, principalmente, de una mala ubicación del pozo. 

También podemos destacar que las aguas subterráneas son directamente utilizables. Prácticamente en todos los usos que se les quiera dar, las aguas de pozo no necesitan un tratamiento previo. Obviamente existen excepciones, sobre todo cuando están excedidas en algún compuesto. 

Otra ventaja es que el agua subterránea captada correctamente presenta ausencia de partículas sólidas como, por ejemplo, arena. Generalmente las partículas sólidas en el agua causan problemas en bombas y conductos.

Por último tenemos la ventaja de la estabilidad de caudales. Si bien el agua subterránea es susceptible a las sequías, en comparación con los cauces superficiales y embalses el impacto que sufre es mucho menor. Si tienes preguntas al respecto, no dudes en contactar a Sondagua. Nuestros profesionales sabrán encontrar las respuestas si de pozos de agua se trata.

 

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